El 10 de Junio de 1924 aparecieron publicados en el Diario La Regenaración, una de las muchas publicaciones periódicas que había en Jaén a principios del siglo XX, unos versos escritos por Alfredo Cazabán, dedicados a Valdepeñas de Jaén. Aparecían en la sección "PIE QUEBRADO", en la que Cazabán solía publicar sus chascarrillos y versos. Hoy los publico, en recuerdo y homenaje a D. Alfredo.
La relación de Cazabán con Valdepeñas es intensa. Ya en 1907, cuando publicó su obra sobre La Cuestión Social en Jaén en siglo XIV el Ayuntamiento decidió comprar (al precio de dos pesetas) catorce ejemplares para la Biblioteca.
En 1913, al iniciarse la catalogación del patrimonio histórico-artístico de la provincia (hecha po D. Enrique Romero de Torres, gran amigo de Cazabán), estuvo presente en los días en los que se catalogaron los bienes de Valdepeñas, y fruto de su interés es el amplio repertorio de fotografías que Romero de Torres hizo sobre la ciudad. Fueron, con seguridad, las primeras fotografías que se hicieron sobre los bienes artísticos de la parroquia y del Ayuntamiento.
Otra de las "intervenciones" de Cazabán en Valdepeñas fue la de "redescubrir" el pasado del pueblo, y sobre todo valorar los momentos históricos de la fundación y poblamiento de Valdepeñas en 1539. Muestra de ellos son la publicación en 1922 en Don Lope de Sosa del texto del Proceso de Fundación, ilustrado con bellas fotografías de Emilio Arroyo. A su vez, intervino para que en el pueblo se guardase memoria de aquellas fechas, dando el nombre de los protagonistas de la fundación a varias calles del pueblo, como la calle Sol, que pasó a a llamarse de Don Juan de Rivadeneyra (el juez real que fundó Valdepeñas).
Y quizá, en 1917, los valdepeñeros le debamos influir en el proceso que llevó a Virgilio Anguita (diputado de nuestro distrito) a solicitar de Alfonso XIII el título de "CIUDAD", y que él mismo se encargó de recordar a través de su Don Lope de Sosa.
-I-
VALDEPEÑAS DE JAÉN
¿Quiere usted pasarlo bien
entre aguas, riscos y breñas,
en un verdadero edén?
¡Vaya usted a Valdepeñas
de Jaén!
Quien el fuego soberano
tema, del ardiente estío,
y quiera encontrar a mano
un sitio bonito y sano,
grato y frío,
tome por la carretera
que en el Seminario halle,
y detrás de la Pandera,
bajo el puerto de Ranera,
verá el valle,
de hermosura sin igual
verde desde el llano al viso,
cristalino manantial...
¡Vamos, otro paraíso
terrenal!
No irán allí los ingleses
ni sufrirá usted reveses;
y con tantas alegrías
creerá que tienen los meses
quince días.
Tierna carne, frutas buenas,
leche rica; y a docenas
los huevos, como melones;
y para alivio de penas
¡los jamones!
Vivir fácil y barato;
aire que abre el apetito
y con ser todo tan grato,
hay algo más exquisito
y es... el trato.
Busque usted allí la sola
verdad, de honrada pureza.
Todo el afecto se inmola.
No huyó de allí la nobleza
española.
En Valdepeñas no hay modo
de pasar algún quebranto,
pues hay tanto, tanto, tanto...
que, hasta, por haber de todo,
hay un santo.
Por recibiros propenso
tendrá del cariño abrigos.
Me emociono cuando pienso
que yo tuve por amigos...
¡Todo el censo!
Y que no faltó un señor
(de los que ocurrentes eran)
que en mi obsequio y en mi honor
pidió al pueblo que me hicieran
elector.
¡Qué inolvidables mañanas,
gozando de fresca brisa,
viendo, al tocar las campanas,
a aquellas lindas serranas,
ir a misa.
Y sin el sol que achicharra
¡qué grato aquel mediodía,
tendido bajo la parra,
dando besos a la jarra
de agua fría!
¡Y qué tardes placenteras,
del Chorrillo en el paraje
o en las alegres riberas
que cubren, con verde encaje,
las nogueras!
¡Oh inolvidables veladas
en las noches estrelladas!
¡Linda plaza de la villa!
¡Lindas niñas, abrigadas
con toquilla!
Y dormir bajo una manta
y dar dientes contra dientes,
en una noche que encanta
la lana, mientras canta
el agua de los torrentes!
De hermosura natural
Dios en aquel valle quiso
dejar un sello inmortal
del sobre del Paraíso
terrenal.
Y allí lo paso tan bien
entre riscos y entre breñas,
que es, en verano, un edén,
Valdepeñas,
Valdepeñas de Jaén.