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Mostrando entradas de noviembre 18, 2007

Soneto a un Quejigo

SONETO A UN QUEJIGO Erguido en la noche oscura y serena, cimbreas tus ramas al ritmo del viento, que penetra lo más íntimo de tu seno, arrancando arpegios de luz y de seda. Tu talla es ciclópea, fuerte y eterna, tus brazos se abren al infinito cielo, buscando el brillo de los luceros, en un infinito horizonte de estrellas. Años y años, tú, mi amigo quejigo, plantado en un horizonte luminoso, sentiste el paso frío del tiempo. Cuando sonó el fin de mi destino, besé tu duro y rígido dorso. Tu te quedaste, eras casi eterno. TORNERA