Valdepeñas no podría entenderse ni conocerse sin sus nogales. Debe de ser el árbol más apreciado y valorado por los hortelanos, desde siempre. En sus huertas no faltan esbeltos nogales, con sus sombras amplias y frescas, y su nido de oropéndola (ésto ya es más raro de ver), y el otoño valdepeñero no podría entenderse sin sus nueces y sin los dulces hechos con la nuez. Al igual que el verano no podría imaginarse sin su sobra fresca y húmeda.
La nuez es un elemento principal de la gastronomía valdepeñera y no se podrían entender sus dulces sin ella. Los nochebuenos no sería lo que son sin la tostada y dulce nuez que los corona.
Desde siempre llamaba la atención a los antiguos la abundancia y riqueza en nogales de Valdepeñas. Uno de aquellos escritores antiguos que destacaron las excelencias de las nueces fue el ilustrado José Martínez de Mazas (el Deán Mazas), que en su obra Retrato al natural de la Ciudad de Jaén lo citaba, diciendo que eran tan gordas como huevos. Ahora sabemos que esa variedad (extendida por las huertas de Valdpeñas), se llama okal y produce nueces muy gruesas.
Existían nogales famosos, como la muy conocida Noguera de la Vaca, que Eduardo Arroyo fotografió en 1922 para Don Lope de Sosa, o las nogueras de la Fuente de los Chorros que empresarios madereros valencianos compraron a mediados de siglo, o las antiguas nogueras de la Iglesia de San Sebastián, que con su fruto costebana los gastos de la iglesia durante todo el año, y que desaparecienron en 1807 al construirse el cementerio antiguo. Y muchos casos más, que están ligados íntimamente a la memoria colectiva de los valdepeñeros y a sus vidas.
La religiosidad también dio nombre a un nogal, la Noguera del Sordo, bajo cuyas sombras se celebraba el encuentro entre las cofradías de Jaén y de Valdepeñas del Cristo de Chircales.
Hoy algunos ejemplares de nogales siguen existinedo y señorean las huertas de valdepeñas, aunque ya no son los antiguos nogales de varios metros de diámetro. Vienen a mi meoria las nogueras del Cortijo de Pitillos, las del Papel, Chircales, todas ellas ejemplares destacadísimos, que poco a poco vamos perdiendo. Un inventario de nogales por parte del ayuntamiento no estaría mal, y así se podrían salvar muchos ejemplares que ya están condenados a desaparecer.