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¡Cuántos desvelos, Susana, me cuestas
en los umbrales del sueño¡
Ilusiones, fantasías, historias,
aguas, montes, nieves, cielo.
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Tienes nombre de mujer.
Tu nombre nació muy lejos,
lo trajeron los caballeros,
jueces, badera de amor,
de mentiras y de miedo.
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El juicio de tu belleza
inflama al rudo pueblo.
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Uno te arrancó furioso
con mano insana tu velo,
y cuando todos vieron lo que había...
era el velo de tu hermosura,
que quitó el habla a los viejos
que te acusaban de impura.
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Aguas, nieves, ventisuqeros,
montañas, oteros, bosques,
olivos, encinas, quejigos,
aromas, rumor de aguas
que venían de los hielos.
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Y por el suelo violetas,
y sierpes verdes que cruzaban
los torrentes y las cascadas del cielo.
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Y fuiste desde los días
la musa verde del tiempo,
a la que los hombres dieron
tu nombre, Susana,
la mensajera de Oriente,
la casta hija del cielo.
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Tu imagen, la estrella Venus,
tus caminos, los del cielo,
tus albergues, los oteros,
donde anidan las alondras
enamoradas del cielo.
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Y cuando duermen te arrullan
ruiseñores y jilgueros.
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Y un día murió envidiada
la oropéndola, vestía un traje de fuego.
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Y en el río mudos quedaron
las lechuzas y los mochuelos.
Luis Caballero Pozo (1987)
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