y las mozas de adornan con mantillas;
y personas humildes y sencillas
veo a tus plantas yo caer de hinojos.
Por Caminos de Espinas y abrojos
otras gentes te siguen de rodillas;
y salen a rodar por sus mejillas
lágrimas a raudales de sus ojos.
Y a Ti se aferran con fervor profundo,
a implorar tu favor, que, desde luego,
seguro les darás Tú de por vida...
No voy yo de esa forma por el mundo.
Más si, implorante, a Ti un día llego,
¡no me niegues, Señor, lo que te pida!
Antonio Gallego Estepa (1988)
Su boca balbuce, ya casi inerte,
palabras de perdón, que al cielo envía;
"Padre -dice- no supo lo que hacía,
el pueblo que me trata de esta suerte".
Morirá Jesús, morirá el Dios fuerte,
que no pudo aniquilar a quien le hería,
mas quiso ser más fuerte todavía,
perdonando al vil, que le dio cruel muerte.
Permítenos Señor, que siempre amemos,
tu imagen venerada de Chircales
y que al pie de su Cruz te veneremos.
Mas si igualmente viles te ofendemos,
perdónanos Jesús, por cuanto vales,
¡que tampoco sabemos lo que hacemos!
Manuel García de Quesada (1954)
El siguiente soneto es la interpretación que un comentarista del blog amigo de las Iglesias Béticas hizo recientemente del soneto de García de Quesada de 1954:
Balbuciente la voz, ya casi inerte,
palabras de perdón, que al cielo envía;
"Padre -dice- no supo lo que hacía,
el pueblo que me trata de esta suerte".
Quien así va a morir no el Dios fuerte.
No sabe aniquilar a quien le hería.
Mas quiso ser más fuerte todavía,
amando a quien le daba tan cruel muerte.
Permítenos Señor, que siempre amemos,
tu imagen venerada de Chircales
y que al pie de su Cruz te veneremos.
Mas si igualmente viles te ofendemos,
perdónanos Jesús, por cuanto vales,
¡que tampoco sabemos lo que hacemos!
Francisco José Fernández de la Cigoña (Diciembre. 2006)