
El templo, cuyo titular es el Apóstol Santiago desde la misma fecha de la fundación material del mismo, es un rectángulo de 33.2 x 15 metros, de planta basilical con tres naves y una capilla mayor en la cabecera, sobresaliente sobre el resto de capillas. Su aspecto exterior, es muy austero y destaca el corte irregular de la piedra. Tiene tres puertas, dos laterales abiertas y una principal, cegada para alojar la capilla bautismal, en el siglo XIX. Sobre su arquitecto se barajan distintas posibilidades: Andrés de Vandelvira, Alonso Barba y Francisco del Castillo, aunque parece ser obra del último. Comenzó su construcción el 1539, fecha de la Fundación, con un sencillo acto de consagración y erección canónica, colocándose una cruz en el lugar que debía de ocupar la capilla mayor, terminándose en lo esencial hacia 1582, año de la muerte del cantero que la ejecutó, Domingo de Uribe, aunque su proceso constructivo concluye con la construcción del nuevo coro elevado en 1828, siendo obispo D. Andrés Esteban y Gómez.

El interior del templo está totalmente restaurado y es de factura moderna (exceptuando algún ejemplo puntual de platería e imaginería), por haber sido destruido y profanado en 1936, y haber sufrido un largo proceso de restauraciones y reparaciones constantes a lo largo del resto del siglo. Destacan el Retablo de la Capilla Mayor, el Retablo de la Inmacualda Concepción y la actual capilla del Santísimo Sacramento.
El Retablo de la Capilla Mayor, obra de los años 50, inspirada en el Retablo Mayor de Sebastián de Solís, que presidió el templo desde 1606 hasta su destrucción, en 1936. Por las semejanzas estilísticas con la imaginería de Solís, es muy probable que la imagen titular del retablo actual fuera la que presidía el antiguo retablo, aunque se encuantra tan modificada que ha perdido cualquier posible autoría del escultor manierista.
La imaginería desapareció a raíz de la destrucción y profanación del templo en 1936, aunque se han conservado algunas imagenes (como la de la Inmaculada Concecpción, obra del siglo XIX y la imagen de San José del Retablo de la Ánimas, por ejemplo). Entre la imaginería contemporánea destaca el Santísimo Cristo de la Vera Cruz (en la imagen inferior), obra del escultor giennese, Giménez Martos, donación de la Cofradía de la Vera Cruz de Jaén, al dejar ésta de tener a éste crucificado como imagen titular, en los años 50.
Fotografías: Francisco Armenteros Caballero.