Uno de los datos más desconocidos de nuestro paisaje es la interesante hidrología de la Sierra de Valdepeñas. La amplitud de nuestro término municipal (que no es de los más grandes de Andalucía, ni mucho menos, pero lo suficientemente amplio) lo convierte en fuente-manantial de dos importantes cuencas hidrológicas: la del Guadajoz, y la del Genil, que ambas terminan en el río Guadalquivir.
La principal de esas cuencas es la del Guadajoz. Casi todos nuestros arroyos y ríos derraman sus aguas finalmente en el Guadajoz, y éste a su vez al Guadalquivir.
Pero al sur del término municipal se produce un fenómeno interesante debido a que aquellos parajes derraman sus aguas hacia el sur, concretamente al río Colomera, y éste en el Genil.
Una característica que convierte a la geografía de Valdepeñas de Jaén en una de las más interesantes desde el punto de vista hídrico.
El río en el que se produce este milagro se llama: ENGARBO.
Afluyen en él los arroyos del Espinar, de Covalayedra, de Cereceda, de Los Cierzos, de Cerezo Gordo, de la Maleza, de Puerta Alta, y de Fuente Nueva. Un rosario de pequeños y bellísimos afluentes que van a parar juntos con el nombre de ENGARBO hasta el límite con el término municipal de Noalejo, a unos metros de la aldea de la Hoya del Salobral.
Este río es la puerta de acceso por el sur a nuestro término municipal. Por él mismo discurre el Cordel que comunicaba Los Villares con Noalejo.
El interesante topónimo de ENGARBO hace alusión al río y un cortijo (ya derruido) que hacía ribera con el río. No conocemos el origen etimológico de la palabra pero puede que sea por la altura del paraje (el cercano Cerro del Caballo alcanza los 1548 metros de altura). El Vocabulario Andaluz de Dº Antonio Alcalá Venceslada define "engarbarse" como "encaramarse a una altura", "si viene un toro me engarbo en aquella encina".