Con ocasión de lo sucedido en los años 50 con los jilgueros y el homenaje del grupo poético e intelectual "Alforjas para la Poesía", traigo hoy el testimonio de César González Ruano, el periodista que acompañó al grupo poético aquellos días, y que en su diario reflejó sus impresiones. Sirva de testimonio sobre aquellos días.
Del diario íntimo de César González Ruano
Viernes, día 18
(…)
Pemán no vendrá con nosotros a Jaén, por tener que salir mañana para Barcelona. Conrado repasa la lista: somos quince los “alforejeros” de mañana. Yo voy de “profesor de idiomas”, como el loro del cuento.
Sábado, día 19
A las tres salimos en un “card” del teatro de Lara para la excursión poética a Jaén. Entre otros soldados, oficiales y capitanes de la milicia lírica, capitaneada por Conrado Blanco, en esta nueva salida de “Alforjas”, iban: Pepe García Nieto, Salvador Pérez Valiente, Manuel Pilates, Lope Mateo, Pérez Creus, José Antonio Medrano, Cecilio Barberán y Povedano.
Paramos en Ocaña para tomar un café, por cierto horrible. Luego, un momento en la plaza de Tembleque. No sé si habría alguno antes, aunque es más que probable, pero el primer molino que se me apareció en la ventanilla fue al entrar en Madridejos. Entonces empezó el paisaje de La Mancha. Extraña cosa: letreros en francés. En los campos pintan uvas. Son las seis y media. Vamos hacia Puerto Lapiche. Olivos, olivos, olivos, olivos. También higueras. El sitio donde estaba la Venta de la que habla Cervantes. Quinterías blancas. Un rebaño de burros nos entorpece la entrada en Villarta de San Juan. Discusión de los poetas: ¿Se puede decir rebaño de burros? ¿Se dice recua? ¿Es mejor punta? Yo propongo que se le llame simplemente burrada.
Cae la noche. Luna y bocadillos. Gran recta. Viñas. Monotonía del paisaje. A las siete y media cruzábamos Manzanares. Paramos media hora en el Parador a la salida del enrome y chato pueblo. Están las mesas llenas de extranjeros.
Valdepeñas. Un cuarto de hora con el pintor Gregorio Prieto y los poetas locales, que han salido a nuestro paso. Santa Cruz de Mudela, con su calle principal extraordinariamente animada. Sierra Morena. Venta de Cárdenas y Despeñaperros. Es una lástima pasar por todo esto de noche, aunque también importan el misterio y las crestas de las montañas, que tienen, quizá más grandeza. Hasta cerca de las doce no llegamos a Jaén. Casi todos cenaron para acostarse seguidamente. Con cuatro o cinco me fui a la calle. Quería dar una vuelta por la ciudad, en donde entraba por primera vez. Llegamos hasta la Catedral, una impresionante aparición. En la noche de luna, con todas las luces apagadas, a las dos en punto, la Catedral de Jaén desconcierta. Mejor que una catedral parece un enorme palacio o, incluso, el teatro de una Viena del Renacimiento entresoñada, imaginada fantásticamente antes de salir de España.
Domingo, día 20
Si me hubieran contado hubiera dado crédito que eran exageraciones, fiebre de tertulia de café. Cuando recorrimos por una abominable carretera los treinta kilómetros que la separan de la capital entramos en Valdepeñas de Jaén, me sorprendió hasta el asombro ver al pueblo íntegro congregado en su calle principal. El gobernador civil de Jaén, don Felipe Arche Hermosa, tuvo el buen gusto de permanecer mezclado con la multitud. En el balcón del sastre Baltasar, el que recibe la diaria visita de los jilgueros cuyo homenaje poético se iba a celebrar, habían instalado un micrófono y ante un magnífico pregón de Conrado Blanco. Comimos en Valdepeñas, y a esta comida asistieron más de doscientas personas.
A media tarde regresamos a Jaén. Velada poética en la carlotercista Sociedad Económica. Vino en el Gobierno y cena íntima en la Diputación con su presidente, don Juan Pedro Gutiérrez Higueras, con el gobernador y otras autoridades. Rendido, logré acostarme cerca de las tres.
Lunes, día 21
Después de visitar la Catedral emprendimos el regreso. He visto con luz todo aquello que no pude ver de noche a mi llegada. Sierra Morena es impresionante, y sus revueltas, cargadas de recuerdos y asociaciones literarias. Comimos en Valdepeñas de la Mancha. Visita al cementerio para rezar un Padrenuestro en la tumba de Juan Alcaide, el poeta de La Mancha. Bella, impresionante e improvisada oración fúnebre de José García Nieto. Fuimos después al molino de Gregorio Prieto, y de allí salimos para Madrid. Cayó la noche al salir de Manzanares.